lunes, 23 de febrero de 2015

Maquillaje no, cirugía estética sí



La ciudad pinareña más que un maquillaje necesita una cirugía estética en cuanto a la higiene comunal.
La cotidianidad de más de 160 000 personas que la habitan, sumados los barrios del municipio capitalino y la población que acude a diario de los restantes lugares, más una deficiente cultura ambiental urgente de respuestas, agravan la situación.
Para la capital provincial solo hay 92 trabajadores de higienización armados con el obsoleto parque automotor de cuatro carros compactadores y uno especializado que eleva los contenedores, cuatro carretas tiradas por tractores y 95 cuentapropistas contratados con sus coches y caballos para la zona periférica.

Hay también un camión ampliroll con 20 cajas, de ellas 17 diseminadas en los barrios con más desechos y escombros, mientras tres se reservan para uso exclusivo de los operativos de la campaña antiaegypti.
Los trabajadores de saneamiento mueven diariamente 1662 metros cúbicos de basura, aparte de eso solo cuenta con 149 barrenderos de calle a escoba limpia removiendo excretas animales y desechos de todo tipo.
En la parte periférica se recoge la basura con tracción animal, a veces cada dos días, así está planificado, en otras diariamente, pero con el mismo impacto: pocos limpiando y muchos ensuciando.
Realmente para ellos son muchos los problemas a enfrentar, hay vandalismo con los contenedores plásticos, los queman –a veces por indolencia o desconocimiento- , le hurtan las ruedas o el propio contenedor para utilizarlo como materia prima. Se crean micro vertederos ilegales, a veces rozando el área urbana, y surgen indisciplinas que reclaman la mirada de todos los organismos, aunque algunos viran la cara.
Hay una exigencia constante contra los 43 micro vertederos más connotados; para su limpieza se cuenta con un cargador frontal, pero cuando se les rompe, ¡ay, ay! cunde el caos en la programación semanal.
De los nueve carros especializados para la limpieza de fosas, la UEB de Saneamiento técnicamente solo tiene utilizables cinco, que tampoco ofrecen garantía absoluta: son viejos y descontinuados.
En enero cumplieron el plan de evacuación, el esfuerzo fue muy grande, pero no siempre es así, la demanda supera sus posibilidades, hasta el 17 de febrero habían saneado 136, nos informa la especialista Nery Medina Martínez.
Los pocos carros tienen que rotar por los once municipios y uno de ellos permanece en la ciudad, aunque con limitaciones, incomprensiones y la difícil tarea de llegar a tiempo en cada sitio que se reclame.
La Dirección Provincial de Higiene y Epidemiología es un órgano regulador y controlador; es exigente y aplica medidas, pero se requiere mayor cooperación ciudadana.
El doctor Alejandro Marques Ferrer, subdirector de Salud Ambiental, puntualiza en que la indisciplina social es un flagelo, enfatizado en deficiente educacional ambiental.
Una plática con el especialista nos convence más de que la felicidad de un pueblo está en la salud, la educación, el derecho al trabajo, en la seguridad de sus ciudadanos y especialmente la dignidad con que vive, siempre que goce de soberanía.
Hay dos grandes razones para lo que falta por hacer, el daño causado por el bloqueo económico y la incompetencia de algunos en la organización y la disciplina; Cuba es uno de los países que más hace por sus ciudadanos en materia sanitaria, pero inobjetablemente no todo marcha bien.
Todos los niños están protegidos con vacunas contra 13 enfermedades prevenibles y las personas de la tercera edad ven crecer su expectativa de vida casi a nivel de país altamente desarrollado.
Toda la población es atendida gratuitamente en el sistema de salud, aunque el Estado desembolse cada año increíbles sumas de dinero… y aun así existen muchos detractores.
Hay críticos sociales, que anhelan lo mejor para su pueblo, y detractores políticos ansiosos de engordar la billetera con la más ácida impensada e crítica, porque si no hubiera bloqueo, Comunales y Acueductos y Alcantarillados tuvieran un mejor equipamiento.
No basta con ofender a la población; mejor es educarla en la higiene comunal, enseñarla a identificar y combatir los vectores, que predique con el ejemplo en la limpieza y cuando transiten por la calles, apoyen a ese trabajador que humildemente hace el barrido – poco remunerado – porque también es su ciudad.
No vamos a negar los derrames de albañales, ni la basura que se genera por la convivencia colectiva y el paso diario de millares de personas; esa no es solo la causa de que enfermen, pero si enfermaran, el Estado pone todos los recursos para devolverles la salud.
La pregunta más difícil –creo- no es quién limpia, sino quién ensucia. Ni quién exige o controla, sino quién critica y ofende. La ciudad es de todos, con éxitos y victorias, pero para festejar primero hace falta limpieza.

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