viernes, 15 de abril de 2016

Fidel forjó la victoria de Girón

La invasión por Playa Girón estaba condenada al fracaso al subestimar la CIA y la Casa Blanca la capacidad de resistencia de la Revolución Cubana y de su líder, Fidel Castro, quien junto al pueblo forjó la victoria mucho antes de librarse la histórica batalla.
Los ataques del 15 de abril a los aeropuertos de Ciudad Libertad, Santiago de Cuba y San Antonio de los Baños no acabaron con la exigua fuerza aérea porque días antes se habían desconcentrado por indicación de Fidel los aparatos en activo y se dejaron viejos equipos inservibles como señuelos, a lo cual se sumó el efectivo fuego antiaéreo de artilleros adolescentes.
En el entierro de las víctimas, el Comandante en Jefe declaró el carácter socialista de la Revolución, alertó que el ataque era un preludio de la invasión, dio la orden de movilización general, acusó a los EE.UU. de estar detrás de la agresión y se dispuso a luchar con la consigna de Patria o Muerte.
Además, dio instrucciones al Canciller Raúl Roa para que denunciara en la ONU el ataque y Cuba ganó el apoyo de gran parte de la humanidad en un nivel tal que el presidente John F.Kennedy canceló un segundo ataque contra las bases cubanas por sus escrúpulos de quedar como agresor de un territorio pequeño.
Para inicios de 1961 existían en La Habana y en todo el país decenas de organizaciones contrarrevolucionarias y bandas de alzados en zonas rurales, que de forma coordinada con los agresores debían intensificar sus acciones terroristas.
En las ciudades gracias a la fundación el 28 de septiembre de 1960 de los Comités de Defensa de la Revolución, los órganos de la Seguridad del Estado tuvieron una colaboración esencial para en pocas horas detener a la mayoría de los elementos desafectos durante los días de la invasión.
Las unidades de las milicias que combatían a los alzados, principalmente en el Escambray, recibieron órdenes de la dirección del país de acrecentar las maniobras de cerco y de combate a los bandidos que poco o nada pudieron hacer para secundar los planes del desembarco.
Fueron escogidos Playa Girón y Playa Larga, en la Ciénaga de Zapata, ideales por su aislamiento y la existencia de una pista de aviación para establecer un presunto gobierno en el exilio para justificar la ayuda militar de La Unión y sus aliados en la región.
Los cálculos estadounidenses erraron al no tener en cuenta el factor político y social del entorno habitado por miles de campesinos que vivieron antes de 1959 en condiciones de gran precariedad, a expensas de las exiguas garantías de los latifundistas dueños de la tierra, situación que había cambiado radicalmente por la obra revolucionaria en poco menos de dos años.
El propio Fidel era asiduo visitante de la zona y atendía personalmente las necesidades de sus pobladores y estudió palmo a palmo la zona sin imaginar que sería futuro teatro de operaciones militares. Casualmente, dos días antes de la invasión, estuvo en Playa Girón y comentó que por allí podía esperarse un ataque e indicó perfeccionar la vigilancia y la protección de las costas.
Casi en tiempo real el Líder conoció de la invasión informado por el propio sistema de vigilancia puesto a punto por sus órdenes, pronosticó las intenciones del enemigo y ordenó a la aviación que priorizara en primer orden el hundimiento de los barcos mercenarios que se dirigían hacia el área de desembarco.
De esta forma fueron al fondo del mar buques cargados con la logística de la brigada mercenaria y destinada a conformar la mencionada cabeza de playa con lo que la invasión perdió definitivamente la iniciativa estratégica en la primera jornada de combate.
Pero también las fuerzas revolucionarias pudieron contar con artillería terrestre, antiaérea y tanques suficientes para liquidar la incursión, gracias a un insólito plan que permitió en semanas tener centenares de piezas de artillerías de todo tipo y técnica militar compleja llegadas por barco principalmente desde la URSS.
Durante los enfrentamientos, el Comandante en Jefe impuso un ritmo de ofensiva ininterrumpido sin dar cuartel ni reposo al enemigo y liquidando así el desembarco en el menor tiempo posible.
Todas sus órdenes las impartió desde el Puesto de Mando del Central Australia, dando el ejemplo personal de valentía desde la propia zona de guerra.
El día 19 de abril Fidel organizó personalmente una columna de tanques y tropas para la batalla final por Playa Girón, asumió la dirección de un blindado, así como las acciones en la primera línea de fuego y encabezó el ataque con el que se liquidó la invasión en menos de 72 horas para una victoria que pasaría a la historia como la primera gran derrota del imperialismo en América Latina.



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